No los llames héroes

No son invencibles, no son inmortales. Los héroes de grandes hazañas en la historia de la humanidad o en la literatura de ficción se dibujan como seres que nunca sufren, no se les acaban las fuerzas, no exigen no piden ayuda y aun con rostros ensangrentados siguen sonriendo, se borra pues, al humano de carne, huesos y vísceras. No son perfectos, asegurarlo es no permitirles la equivocación.

Hace cuatro meses convirtieron a los encargados de la salud en hospitales COVID en héroes, se alzaron banderas de vivas y porras por ellos, “porque son los héroes de la pandemia”

Se nos olvidó que son seres humanos, no son seres de ficción y sufren, sienten, lloran, se quieren rendir, se hunden en la tristeza, se acostumbran a marchas forzadas a un traje de capas y capas de protección escondiendo las manos que curan y la sonrisa que alienta a los enfermos. Los trabajadores de la salud están para devolverle la salud al convaleciente y tampoco son dioses, no pueden salvar a todos los enfermos.

En las trincheras de cada hospital, de cada piso de atención, de cada cuarto de cuidado, de cada estación de enfermería están ellos que, por vocación y convicción eligieron que su carrera de vida tuviera como meta y misión, la salud de los desconocidos de frente a la muerte.

No son héroes. Decirlo es obligarlos a que no sientan y mientras los sanos aplauden se olvidan del humano que vive dentro de un traje de astronauta en la tierra y por eso, les falta el aire en sus pulmones y sufren de calor inhumano respirando su propio aliento y absorbiendo su sudor.

Las condiciones en que trabajan empeoraban conforme la pandemia avanzaba y cuando se escucha que los casos van en descenso, se olvida otra vez, que el personal médico sigue en circunstancias de riesgo. Para ellos no hay descanso posible, un paciente o cien mantiene a todos en alerta dentro de sus trajes de protección laborando en cuartos “hechizos” en donde el aire es aún más denso y la poca refrigeración de los aparatos de aire acondicionado no es suficiente.

Los hospitales públicos tienen muchas fallas y no es historia nueva solo que la pandemia abrió la lata de gusanos y lo que se mantuvo privado, se vuelve público. Los secretarios de salud de todo el país niegan afirmando, es decir, mienten; disfrazan las carencias y nublan las exigencias del personal médico con frases como “estamos trabajando en eso” “lo tenemos que gestionar” “no hay presupuesto” “es falta de comunicación” “lo que denuncian no es verdad”

¿Cómo defender, apoyar y darle volumen a la voz de los médicos y enfermeros si desde afuera no se alcanza a ver lo que sucede en esos espacios restringidos? Creyendo en lo que dicen quienes viven ahí adentro, solo creyendo en el personal de blanco que vive la batalla día a día. Ellos son testigos únicos de las carencias, las fallas y la inhumanidad que viven.

El secretario de salud de Baja California, Alonso Óscar Pérez Rico ha dicho y desdicho con respuestas que ocultan verdades; en el caso de la falta de aires acondicionados que no existen en el área COVID del Hospital General de Tijuana dijo en su informe diario que: “No vamos a hacer una solución temporal como ponerle mini splits para que se descompongan en un par de meses” y en entrevista para el Semanario Zeta, dijo que: “verán la posibilidad de instalar mini splits de ser necesario” El caso es el mismo, decir no y decir que verán la posibilidad, resulta en la no solución al problema inmediato.

Lo del aire acondicionado en el HGT no solo es necesario, es una emergencia, es una prioridad y el personal de primera línea no puede esperar a que se reacondicione todo el hospital, ellos necesitan trabajar en las condiciones más amables posibles y las respuestas del secretario Pérez Rico son una grosería.

Esto pasa cuando los funcionarios no entran a los campos de batalla y todo lo ven desde un escritorio, bajo aparatos de refrigeración, vistiendo trajecitos y zapatitos y dando entrevistas de ficción.

La enorme plantilla de trabajadores de la salud NO son héroes, son humanos que padecen casi en secreto las inclemencias del tiempo y la falta de sensibilidad de sus directivos.

Y hoy, en el Día mundial de la asistencia humanitaria, funcionarios: tengan tantita humanidad.